Como en París pero en Palermo: los secretos del palacio porteño con museo y casa de té francés

En uno de los palacios más aristocráticos de Buenos Aires de principios del siglo XX hay una casa de té 'secreta'. Es el complemento perfecto del museo que allí funciona, uno de los preferidos de los turistas que visitan la ciudad.

Frente a los bosques de Palermo se encuentra uno de los palacios franceses más imponentes construidos por la aristocracia porteña de principios de siglo XX donde, en la actualidad, podés disfrutar de una variedad de propuestas culturales y gastronómicas.

Se trata del Palacio Errazuriz-Alvear, actual Museo de Arte Decorativo (MAD, en Av. Del Libertador 1902). Atravesar su imponente portón inspirado en el Palacio de Versalles, es vivir la experiencia de caminar por un rincón parisino en plena ciudad de Buenos Aires.

En lo que originalmente fue el patio de honor (cour d'honneur) del Errazuriz, se estableció el exquisito restaurante Croque Madame. Abrió sus puertas en 2006 con el objetivo fue fusionar el arte y la arquitectura junto con su propuesta gastronómica de orientación francesa. Abierto de lunes a lunes, propone una experiencia de autor y de alto vuelo desde las 10 de la mañana hasta la medianoche.

Su especialidad son los croques servidos en pan dorado en manteca a la plancha. Se trata de los tradicionales sándwiches de la gastronomía gala, entre los que se destaca el Croque Saint Tropez -salmón, espinaca con parmesano y huevo a la plancha caramelizado- ideal para saborear en el hermoso patio, apreciando la impactante fachada del Palacio Errazuriz.

En horas de la tarde, acompañar un buen café con una de sus exquisitas tortas rodeado de naturaleza y arquitectura convierte a este lugar en una parada obligada en Buenos Aires, tanto para turistas como para porteños con la inquietud de (re)descubrir la ciudad.

Los secretos de la familia Errazuriz y el palacio versalles porteño

Construido entre 1911 y 1918, el Palacio Errazuriz supo ser la residencia del matrimonio conformado por el chileno Matías Errazuriz y la argentina Josefina de Alvear. Él provenía de una de las familias más influyentes en el ámbito político de Chile, y ella supo ser la hija heredera de una de las familias más poderosas y con mayores extensiones de tierras de la Argentina agroexportadora.

Incluso Matías Errazuriz, siendo encargado comercial en la embajada chilena y primo directo del presidente de su país, Federico Errazuriz, fue uno de los responsables de gestionar el llamado Abrazo del Estrecho: a raíz del alto grado de tensión bélica que vivían Argentina y Chile para 1898, en febrero del siguiente año se acordó la reunión entre el entonces presidente Julio Argentino Roca y su par trasandino para evitar que el conflicto se volviera más agudo.

Josefina de Alvear y su esposo Matías fueron fervientes coleccionistas de arte. Viajaron a París en 1907 por cuestiones laborales, y allí se codearon con importantes artistas y personalidades de la cultura francesa. Comenzaron a adquirir tal cantidad de obras que, con visión de futuro, encargaron al arquitecto galo Rene Sergent la construcción de un palacio en Buenos Aires donde convivir con su creciente colección.

Las obras comenzaron en 1911. El arquitecto nunca visitó a la Argentina, por lo que dirigió la construcción a la distancia, con la colaboración de colegas locales, como Eduardo Lanús y Pablo Hary. Todos los materiales e incluso, la mano de obra, fue traída desde Europa. Con el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914, los trabajos se demoraron hasta el fin del conflicto, por lo que el palacio recién fue inaugurado en septiembre de 1918.

Allí vivió la familia Errazuriz-Alvear junto a sus hijos hasta la muerte de Josefina. A partir de ese momento, la residencia se convirtió en la sede de la embajada de Chile en Argentina hasta que, en 1936, Matías Errazuriz llegó a un acuerdo con el gobierno del entonces presidente Agustín P. Justo para concretar la venta del inmueble. Puso una condición: que se convierta en un museo que conservara la importante colección artística atesorada durante toda una vida. Así, en 1937 el Palacio Errazuriz se transformó en el actual Museo de Arte Decorativo.

Es el único palacio en Buenos Aires al que se puede ingresar de forma gratuita. Y permite al visitante apreciar los usos y las costumbres de la aristocracia porteña de principios del siglo XX al recorrer los salones con sus estilos eclécticos, típicos de la arquitectura academicista francesa, ornamentados con pinturas y esculturas de artistas de gran renombre. El viaje en el tiempo se puede disfrutar de miércoles a domingo, de 13 a 18.30 horas.

La Arquitectura del palacio francés más porteño

El Palacio Errazuriz es un exponente clave de la arquitectura academicista francesa en Buenos Aires. Concebido al estilo de las residencias francesas denominadas hotel particulier, el edificio se estructura cumpliendo estrictas normas compositivas.

Al ingresar, y subiendo por la escalera de honor, nos encontramos en el denominado piano nobile: en ese nivel están los salones sociales que utilizaba la familia. El vestíbulo es una magnífica sala semicircular revestida con boiserie de roble dominada por una imponente escultura en mármol de Carrara: obra del artista Joseph Michel Ange Pollet, es una figura femenina desnuda titulada La Noche, y una de las piezas más importantes del actual museo.

Al continuar el recorrido se ingresa al gran hall, un superlativo salón de estilo neorrenacentista francés del siglo XVI. Tiene 20x18 metros y un cielorraso casetonado de madera que lo convierte en una obra de arte en sí mismo. Es aquí donde la familia celebraba grandes eventos sociales.

El salón comedor de estilo Luis XIV, fue materializado con una policromía de mármoles importados de Europa y una decoración concebida por uno de los especialistas más importantes en esa escuela, Georges Hoentschel. Inspirado en el Salón de Hércules del Palacio de Versalles, era el centro de los banquetes gracias a una extensa mesa con capacidad para 24 invitados, custodiados por un busto del mismísimo Rey Sol.

Pero, sin dudas, uno de los salones más opulentos del palacio es el Salón de Baile o Salón Dorado. De estilo Luis XV, allí conviven boiserie de madera dorada a la hoja con argumentos musicales, imponentes espejos, arañas de cristal, pisos de madera, cortinados pastel y mobiliario con clara influencia versallesca diseñado por el francés André Carlhian.

Contiguo se encuentra el Salón de Madame, donde recibía Josefina de Alvear. A diferencia del Salón Dorado con su abundancia de curvas y ribeteados, aquí hay prevalencia de los revestimientos en madera pintada y las formas geométricas puras, coronadas por dos grandes arañas de cristal.

En el piso superior se encuentran los aposentos familiares: el eclecticismo de estilos se hace presente también allí, cumpliendo con los lineamientos del estilo Beaux Arts. Dentro del conjunto de habitaciones, hay una legendaria por lo rupturista: la Sala Sert.

Contraria a los lineamientos ornamentales del academicismo francés, es un ejemplo acabado del estilo Art Decó. Sin ornamentos, la habitación que pertenció al hijo de Matías y Josefina fue decorada por el artista José María Sert, quien resolvió muros revestidos en estuco sin molduras; un cielorraso liso de un azul oscuro brillante, puertas doradas y lisas, sin concesiones. Contrastan tres pinturas protagonizadas por brujas, manolas y majos que remiten al artista español Goya.

El Museo de Arte Decorativo forma parte de la red de museos nacionales. La visita es una experiencia distinta para acercarse al patrimonio arquitectónico, artístico y gastronómico de Buenos Aires.

Fernando Yosovitch es arquitecto especialista en historia crítica de la arquitectura, el diseño y el urbanismo (FADU-UBA). Creador de Recorre Buenos Aires (@recorre.ba en Instagram). Brinda recorridos guiados para descubrir los tesoros arquitectónicos, artísticos, históricos y culturales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Visitá recorreba.com para conocer todas las salidas programadas, los cursos virtuales y ser parte de la comunidad Recorre.BA