Vuelven las visitas a la Confitería Del Molino: la increíble historia y cómo quedó por dentro

La Confitería del Molino, en Congreso, ya se puede visitar tras la increíble etapa de restauración y puesta en valor. Cómo visitar este edificio histórico del Art Nouveau porteño de principios del siglo XX.

Desde el año 2018, la mítica Confitería Del Molino está en proceso de remodelación y puesta en valor. En los últimos meses, se organizan ciclos de visitas para que los vecinos y turistas de la ciudad de Buenos Aires puedan conocer el avance de la obra y reencontrarse con su historia centenaria a través del recorrido por sus impactantes salones.

La inscripción es online en delmolino.gob.ar. La próxima fecha prevista coincide con Noche de los Museos, el próximo 22 de octubre. Pero antes de ir a visitarla, te contamos todo sobre su historia, su estilo Art Nouveau y el arquitecto que le puso la firma a este patrimonio porteño que cumplió 106 años el 9 de julio de 2022.

Confitería del molino, una obra de arte arquitectónica creada por el arquitecto italiano que hizo la galería güemes

Francesco Gianotti es un referente del Art Nouveau porteño de principios de siglo XX. Y fue el arquitecto de la Confitería Del Molino. Nació en 1881 en Lanzo, Italia. Egresó de la Academia de Bellas Artes de Turín en 1904, donde tuvo como gran maestro al arquitecto Alfredo Melani quien, junto con Camilo Boito y Giuseppe Sommaruga, fueron los referentes de la arquitectura italiana de principios de siglo XX, poniendo énfasis en el estilo románico-lombardo como identificación nacional.

Luego de finalizar sus estudios, se trasladó a Bruselas, Bélgica, para estudiar las obras de Víctor Horta y Henry Van de Velde, padres del estilo Art Nouveau. Esa experiencia fue trascendental en su carrera y permite comprender la arquitectura que luego desarrolló en la Argentina.

Gianotti llegó a suelo porteño en 1909, cuando la Argentina se preparaba para los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo. En ese contexto se construyeron más de 30 pabellones de exposiciones. La mayoría, con una impronta estilística asociada al Art Nouveau, manifestando la moda arquitectónica de ese momento.

Al llegar al país, se incorporó al estudio de Arturo Prins y Oscar Razenhofer donde trabajó junto con Mario Palanti (arquitecto del Palacio Barolo) en el proyecto del Pabellón de Italia de la exposición del Centenario de 1910.

Corría el año 1911 y Gianotti, habiendo decidido establecerse definitivamente en Argentina, abrió su propio estudio, realizando edificios de renta hasta que, en 1913, le encargaron la Galería Güemes, obra que lo proyectaría a la fama por su calidad arquitectónica y por ser el primer rascacielos y mirador de Buenos Aires.

Recién en 1915 su destino quedaría asociado a la Confitería del Molino. A pedido del dueño y pastelero Cayetano Brenna, trabajó en la ampliación y unificación de tres propiedades recientemente adquiridas, ubicadas en la esquina de las avenidas Rivadavia y Callao, frente al Palacio de los Dos Congresos.

La fascinante historia y arquitectura de la Confitería Del Molino

La Confitería del Molino tiene su antecedente en la antigua Plaza Lorea donde, originalmente, se ubicaba un viejo molino. A pocos metros de su actual ubicación, en las calles, que en su momento se denominaban Garantía y Federación, se ubicaba el primer edificio Del Molino. 

Con el avance de la obra de la Avenida de Mayo y los trabajos que se llevaron a cabo para la construcción de la actual Plaza Lorea, la confitería se trasladó a su actual ubicación.

Cayetano Brenna adquirió tres lotes sobre la esquina de las avenidas Rivadavia y Callao con la intención de establecer allí, definitivamente, su confitería. Y convocó al arquitecto italiano Francesco Gianotti para la ejecución del proyecto y obra.

Gianotti se encontró con un edificio principal de estructura metálica conformado por un subsuelo, planta baja y primer piso. A su vez, dos edificios lindantes conformaban el conjunto adquirido por Brenna.

El arquitecto propuso la unificación y ampliación del conjunto edilicio a través de multiplicidad de funciones: una planta baja comercial para la confitería; un subsuelo para la elaboración de pastelería; un primer nivel donde se ubicó el salón de fiestas; cuatro niveles para alquiler de renta; un gran remate y resolución de esquina con una cúpula aguja. El proyecto se unificó, a su vez, con el Art Nouveau, el lenguaje decorativo de moda entre la burguesía de principios de siglo XX. 

Además, Gianotti incorporó tecnología de avanzada con la utilización del hormigón armado junto con la empresa alemana GEOPE. Se planteó una estructura novedosa para la época, combinando dos tipos de sistemas estructurales: por sobre la estructura metálica original se edificó una serie de pisos de estructura de hormigón armado.

La única condición que Brenna le puso a Gianotti era innegociable: no se podrían detener, en ningún momento, la elaboración de la demandada pastelería y la atención al público de la confitería. ¡Gran desafío extra para el joven arquitecto italiano!

El resultado es una obra de arte en sí misma, donde se puede apreciar una resolución funcional y espacialidad correcta con una diversidad de materiales de alta calidad constructiva: 

  • Mármoles importados
  • Vitrales con argumentos vinculados el tributo a la mujer y la naturaleza
  • Vitrinas con maderas torneadas
  • Marquesinas donde se combinan el hierro y los vitrales junto con luminarias y decoraciones en su interior típicas de la Belle Epoque de principios del siglo XX

La influencia del modernismo parisino (Art Nouveau) y el modernismo vienés (Secesión Vienesa) es indiscutible en la obra del Molino. Desaparece el lenguaje de la Academia de Bellas Artes y florece una arquitectura despojada de normas compositivas para dar lugar a una decoración donde surgen imágenes de la naturaleza en sus vitrales, leones en sus figuras decorativas, la imagen de la mujer en sus paredes con piedra tallada y bronce, argumentos florales en sus revestimientos y una cúpula aguja casi escultórica que domina el cielo del barrio de Balvanera.

La obra comenzó en 1915 y fue inaugurada el 9 de julio de 1916.
A partir de ese momento, la historia de la Confitería del Molino estuvo íntimamente relacionada con la vida política argentina. 

No solamente por el hecho de abrir sus puertas en el mismo año de la asunción Hipólito Irigoyen quien se convertiría en el primer presidente electo por el pueblo luego de la ley Sáenz Peña promulgada en 1912. Sino que, además, con el correr de los años, los diputados y senadores cruzaban a la Confitería Del Molino para debatir -cafecito de por medio y con el famoso postre Leguizamo- las futuras leyes que se promulgarían en las diversas cámaras del Congreso Nacional. Por eso, la Confitería Del Molino llegó a ser conocida como "la tercer cámara".

El Art Nouveau en Buenos Aires

Muchas veces escuchamos que en Buenos Aires abundan edificios Art Nouveau. Pero, ¿sabemos realmente el origen e importancia de ese estilo?

Para poder comprender el Art Nouveau tenemos que conocer sus antecedentes. Durante el siglo XIX se produjo la Segunda Revolución Industrial. Y, con ella, surgieron avances en la ciencia y en la tecnología que permitieron el desarrollo de nuevos materiales como el hierro, el vidrio y, posteriormente, a principios de siglo XX, el hormigón armado.

Estas innovaciones tecnológicas de los materiales y nuevas corrientes artísticas que surgieron del Impresionismo, el Cubismo y el Expresionismo, pusieron en jaque los parámetros establecidos por la Academia de Bellas Artes.

De esa manera comenzaron lo que denomino las "batallas artísticas" contra el academicismo. Así como en el arte se desarrollaron las vanguardias artísticas, en la arquitectura aparecieron diversas vertientes antiacadémicas, como el Modernismo y, posteriormente, el Racionalismo.

El Modernismo es una corriente que surgió en Europa a fines de siglo XIX. Según el grado de industrialización de cada región y sus características culturales, tuvo diversas denominaciones. Así, al que florece en París y Bruselas se lo denomina Art Nouveau; la vertiente italiana se conoce como Liberty; la corriente española, desarrollada por Antoni Gaudí, se designa Modernismo Catalán; y también están la Secesión Vienesa y la Jugendstil Alemana.

Otra influencia clave de la época fueron los avances de las ciencias de la psicología de la mano de Sigmund Freud, quien estudió la histeria femenina y llegó a la conclusión de que ese padecimiento estaba sujeto al inconsciente, que gobierna la personalidad, y que todos los deseos están en relación con la sexualidad. 

Freud destapó, en la sociedad del siglo XX, cuestiones reprimidas sobre la sexualidad, el inconsciente y el erotismo, poniendo como principal protagonista a la mujer, temas que luego plasmó el arte y, sobre todo, la arquitectura Art Nouveau. 

Estoy convencido de que la arquitectura es una manifestación social de un tiempo determinado. Entendiendo a la arquitectura, podremos comprender los usos, las costumbres, las modas, las tendencias y las formas de habitar de épocas pasadas. De tal manera que el Art Nouveau, en la arquitectura, es una manifestación sociocultural de principios de siglo XX.

En definitiva, podemos concluir que el Art Nouveau es una corriente modernista anti academicista donde predominan el hierro, el vidrio y el hormigón armado con inspiración basada principalmente en la naturaleza y en cuerpo sensual erótico de la mujer.

Principalmente utilizado por la burguesía en ascenso, que trataba de buscar en la arquitectura una forma de identificarse a sí misma, el Art Nouveau llegó para posicionarse como el estilo como de la clase media alta.

Con las oleadas inmigratorias de comienzos del siglo XX, llegó una gran cantidad de arquitectos europeos a Buenos Aires, quienes trajeron consigo no solo las ganas de progresar y desarrollar sus profesiones sino, también, sus culturas arquitectónicas.

Arquitectos como Virginio Colombo, Mario Palanti, Francesco Gianotti, Louis Dubois, Julián García Núñez, entre otros, llegaron a la Argentina para desplegar un gran bagaje de estilos del Art Nouveau que todavía se pueden admirar en las calles porteñas. Esa es la propuesta de Recorre.BA: caminar por Buenos Aires para "viajar" de París a Milán, de Barcelona a Viena, apreciando los edificios icónicos de la ciudad.

La confitería del Molino: presente y futuro

En 1997, mismo año en que fue declarada Monumento Histórico Nacional, cerró sus puertas la Confitería del Molino. Recién en 2014, mediante un proyecto de ley presentado por el entonces senador Samuel Cabanchik, se promulgó la expropiación del edificio para comenzar, en 2018, el proceso de puesta en valor del inmueble. Una labor que continúa...

A partir de promulgada la ley 27.009, se creó una comisión interdisciplinar de profesionales para la investigación, planificación y ejecución del plan de Restauración Integral del Edificio Del Molino (RIEM), proponiendo un abordaje plural para la recuperación del patrimonio histórico arquitectónico.

La comisión invita a los argentinos en general, y porteños en particular, a ser parte de la memoria colectiva y la recuperación histórica de Del Molino, acercando material fotográfico y elementos antiguos de la confitería para que vuelvan a ser parte del patrimonio que será expuesto en el museo de sitio.

SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA

Fernando Yosovitch es arquitecto especialista en historia crítica de la arquitectura, el diseño y el urbanismo (FADU-UBA). Creador de Recorre Buenos Aires (@recorre.ba en Instagram). Brinda recorridos guiados para descubrir los tesoros arquitectónicos, artísticos, históricos y culturales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Visitá recorreba.com para conocer todas las salidas programadas, los cursos virtuales y ser parte de la comunidad de Recorre.BA